A más de cien años de su aparición, el cine continúa siendo un espacio que invade de forma contundente a aquellos que se atreven a habitarlo. Si bien el video y las nuevas formas de distribución digital han modificado las vías de acceso a una cinta, es indudable que el fiel espectador de cine prefiere el contacto con la sala y la penumbra que propician un buen encuentro. Con la caída de la luz no se borra el mundo, pero sí se genera otro que el cinéfago de turno decide si acepta o no. De aceptarlo y gozarlo, se hace hasta sus últimas consecuencias. Y es que este espacios genera otros espacios posibles a los cuales, si bien es imposible acceder, es posible transportarse a través de ellos y a partir de ellos. La experiencia cinematográfica, como otras muchas formas de la experiencia estética, es, en ese sentido, una transformación del espacio cotidiano y, desde ahí, de las formas de concebir el mundo.
Texto publicado por Revista Reflexiones Marginales. Se puede consultar en el enlace:
https://reflexionesmarginales.com/blog/2014/05/31/esas-bestias-que-en-el-camino/