NOMBRAR AL MONSTRUO

Las fibras primarias que dan vida al presente texto son las de aquellas criaturas que, traicionadas por el mundo de las cosas que no supo darles cabida, se mudaron a terrenos más adecuados, a geografías desde las cuales pueden ejercer sus poderes en plenitud, lugares que de tan íntimos rodean al hombre y lo desbordan desde su propia imaginación. Y es que en efecto, los monstruos se han transformado de muchas formas desde su primera “aparición”. Transformaciones estas que, por encima de todo, son prueba de que la monstruosidad y las figuras en las que cobra vida permanecerán siempre ligadas al hombre. Rastrear el origen exacto de lo monstruoso sería una labor tan monolítica como fútil, pues se requeriría hallar el momento justo en que lo desconocido irrumpió de manera contundente en el sentir del alma humana; el momento justo en el cual el designio divino fue roto y el hombre primitivo se vio imposibilitado para dar nombre a aquello que se mostraba ante sus ojos. El propio término empleado para designar a estos seres se refiere a esta condición de asombro, al rompimiento y desmesura que su aparición significa. 

Artículo publicado en Revista Reflexiones Marginales. Se puede consultar en el enlace: 

https://reflexionesmarginales.com/blog/2014/08/21/nombrar-al-monstruo/

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